por Colec Fem Abogadas
Rosita tenía aproximadamente 25 años. Vivía en Santiago Mexquititlán, en Amealco de Bonfil, Querétaro. Era madre de tres hijos, una de ellas en silla de ruedas. Llevaba tiempo siendo violentada por su pareja. Los golpes eran constantes, conocidos por su comunidad. Aun así, él seguía libre.
Días antes de su muerte, Rosita fue brutalmente golpeada. No quiso ir al médico: dijo que podía soportar el dolor. No debía tener que soportar nada. Vivía ya en una casa cerca de su familia, buscando alejarse, resistir, sobrevivir. Pero la violencia feminicida no se detuvo. El miércoles, 7 de abril, por la mañana, su papá la encontró tirada, inconsciente. Al llegar las autoridades, solo pudieron confirmar su muerte.
La zona fue acordonada y la Fiscalía del Estado de Querétaro abrió una carpeta de investigación con perspectiva de género. El agresor, identificado como Javier “N”, fue localizado en la misma comunidad —donde al parecer “desconocía” que Rosita había muerto— y fue detenido como probable responsable.
Rosita ya había denunciado. La comunidad ya sabía. La violencia no era un secreto. Aun así, nadie actuó a tiempo. Y hoy, como tantas veces, llegamos tarde.
Nos duele Rosita. Nos indigna que una comunidad entera haya normalizado la violencia. Nos arde saber que el alcohol y el machismo son parte de la vida cotidiana en muchas zonas rurales como Santiago Mexquititlán, y que eso se ha vuelto paisaje. ¡Pero no es normal! No es normal que se golpee a una mujer y no pase nada. No es normal que se viva con miedo. No es normal que el Estado no intervenga hasta que una mujer está muerta.
Exigimos que todas las instancias de atención a víctimas—no solo la Fiscalía—brinden protección, acompañamiento y justicia para la familia de Rosita y sus hijos. Que los servicios estatales y municipales garanticen la atención médica, emocional y legal que esta familia necesita. Y que el proceso penal se lleve con enfoque de feminicidio, sin titubeos ni simulaciones.
Hoy nombramos a Rosita, la recordamos y exigimos justicia. Por ella, por sus hijos y por todas las que ya no están.
Que la comunidad despierte. Que el sistema responda. Que nunca más una mujer tenga que morir para que le crean.