Durante la era espacial, los cosmonautas soviéticos confiaban en un dispositivo increíble: el Globus INK.
A simple vista parecía un globo terráqueo en miniatura, pero en realidad era una computadora mecánica de altísima precisión.
Lo sorprendente es que funcionaba sin pantallas digitales ni satélites GPS. Solo engranajes, resortes y mecanismos tan exactos como un reloj suizo.
El globo giraba en tiempo real, mostrando la órbita de la nave, su posición exacta sobre la Tierra y hasta cuándo sobrevolaría países o reingresaría a la atmósfera.
En plena Guerra Fría, este invento fue clave: los soviéticos preferían confiar en la mecánica pura antes que en la electrónica que podía fallar.
Hoy, el Globus INK es un símbolo de la creatividad humana, un recordatorio de cómo la ingeniería logró llevarnos al espacio antes de la era digital.
